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Arquitectos: Batlleiroig
- Área: 12210 m²
- Año: 2022
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Proveedores: Hunter Douglas Architectural (Europe), STACBOND
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La escuela TBS se ubica en el distrito de innovación del 22@, preparada para acoger a más de 1.100 estudiantes. Se trata de un edificio aterrazado de fachada cerámica con grandes aperturas que reflejan el dinamismo del programa interior, y que ha sido diseñado para obtener unos espacios docentes eficientes, de gran calidad y relacionados con la vegetación, obteniendo la certificación de sostenibilidad LEED Gold. Un encaje escalonado integrado en su entorno. La escuela de negocios se sitúa en una manzana del 22@, polo de la innovación y actividad empresarial de Barcelona, ocupando la esquina entre las calles Venezuela y Josep Pla. El edificio se conforma en planta siguiendo la forma de chaflán, poniendo en valor la morfología característica del Eixample.
Siguiendo la normativa urbanística, el proyecto se integra en el entorno urbano cediendo una parte de la parcela para la creación de un pasaje interior de manzana, generando un nuevo espacio público que permite esponjar la trama industrial históricamente densificada. El edificio parte de una volumetría compacta que articula la esquina y que se va escalonando con el objetivo de mitigar su impacto en el paisaje urbano, modificando así su escala para adaptarse al pasaje interior. Este escalonamiento también ofrece espacios exteriores al edificio en contacto con la vegetación para el descanso y relación de la comunidad estudiantil.
Potenciando la permeabilidad con un acceso dinámico. Un gran porche a doble altura situado en el chaflán marca la entrada al centro y cede un nuevo espacio público a la ciudad. Una vez dentro, el lobby principal mantiene la doble altura y la materialidad del exterior, y se presenta como un espacio acogedor de bienvenida. La planta baja alberga los usos más públicos como un espacio destinado a cafetería que, junto a la gran transparencia en fachada, potencian la permeabilidad con el espacio público. Las primeras plantas contienen la mayor parte de los usos destinados al alumnado, mientras que las plantas superiores se destinan al uso del profesorado, departamento administrativo y dirección. La séptima planta goza de unas vistas privilegiadas sobre la ciudad y se reserva para los usos más singulares como auditorios y salas representativas.
Un campus diseñado para la innovación pedagógica. El edificio se ha diseñado situando al usuario en el centro, generando amplios espacios de relación que fomenten nuevas dinámicas docentes, en los que el confort, la biofilia y la sostenibilidad han sido sus ejes vertebradores. A lo largo de todas las plantas se distribuyen espacios colectivos, los cuales han sido entendidos como el corazón del proyecto. Estos espacios de encuentro y descanso están diseñados a doble y triple altura, creando una secuencia de espacios encadenados entre ellos que dotan al edificio de una comunicación vertical intuitiva y una mayor calidad espacial interior. Además, estos espacios colectivos fomentan el intercambio de conocimiento y relación entre los usuarios a la vez que ordenan el conjunto de aulas del centro.
Espacios icónicos que potencian la vida en comunidad. La fachada del chaflán, acristalada en toda su altura, revela las zonas de encuentro para estudiantes de doble y triple altura que encontramos en cada planta. Estos espacios comunes se conectan por unas escaleras helicoidales. Un muro verde genera continuidad desde la planta baja hasta la octava. La disposición de las escaleras en estos espacios singulares no solo contribuye a crear una continuidad espacial, sino que también promueve la movilidad saludable dentro del edificio. El hecho de generar escaleras cómodas, con luz natural, protagonizadas por la vegetación y ubicadas en espacios visibles fomenta su uso y por lo tanto el bienestar de las personas, reduciendo la utilización de ascensores y su correspondiente consumo energético.
Reflejando el dinamismo interior a la ciudad. La envolvente del edificio busca reflejar la actividad de su programa interior, por lo que se han desarrollado dos soluciones de fachada distintas. Mientras el programa más privado (como aulas o despachos) se resuelve con una fachada modular a base de piezas cerámicas y paneles acristalados de proporción vertical; los usos públicos y más singulares (como los vestíbulos, zonas de encuentro, el auditorio y el aula Magna) se enmarcan con grandes aberturas que potencian la permeabilidad y la transparencia del centro docente con la ciudad y dejan percibir su dinamismo interior. La materialidad de la fachada busca ser coherente con su contexto urbano y el pasado del lugar. Por este motivo, se escoge un acabado de piezas cerámicas para el módulo opaco de fachada, relacionando directamente el edificio con el pasado industrial del Poblenou y por lo tanto adaptándolo al paisaje urbano.
Una fachada que acerca la vegetación al usuario. La identidad del proyecto se define también por la fuerte relación del edificio con la vegetación, con la que se busca promover el confort del usuario y su conexión con la naturaleza. El escalonamiento del edificio da lugar a la creación de diferentes terrazas ajardinadas que promueven la biodiversidad y que extienden la actividad interior hacia el exterior. Cada uno de estos espacios se entienden como una estancia más, permitiendo utilizarlos para el descanso, como zonas de trabajo o para la recepción de actos significativos. En la fachada sur, unos voladizos con jardineras crean una segunda fachada verde que acerca la vegetación a la comunidad TBS; consiguiendo que, además de disponer de las terrazas principales, siempre se tenga una visión directa a zonas verdes. De esta manera se fomenta la biofilia y los beneficios que esta tiene para el usuario, además de aportar un carácter amable al nuevo pasaje interior de la manzana y que se relaciona con los tres grandes patios del edificio de la Residencia Aparto Pallars Student en Barcelona.
Un edificio óptimo orientado a la máxima eficiencia. Desde las fases iniciales se ha tenido en cuenta la eficiencia energética como método de diseño, desarrollando medidas pasivas que permitan reducir la demanda energética del edificio. Su volumetría compacta optimiza la envolvente reduciendo el intercambio de energía con el exterior y facilitando su control climático.
La fachada es sensible al entorno y se adapta a cada orientación abriéndose a norte con grandes aberturas y creando piel vegetal a sur protegiéndose de la radiación solar. Ejemplo de ello son los voladizos y plantas trepadoras que caracterizan la cara sur, que actúan como protección y filtro solar en la fachada más exigente. De la misma manera, se ha estudiado el porcentaje óptimo entre vidrio y macizo en cada fachada, alcanzando un equilibrio óptimo entre el aprovechamiento de la iluminación natural y el control de la radiación solar, es decir, entre el confort de los usuarios y la eficiencia energética del edificio. La fachada también cuenta con carpinterías practicables fomentando la ventilación natural y el confort del usuario a través de sistemas pasivos. A su vez, el sistema de recuperación de agua o la instalación de placas fotovoltaicas situadas en cubierta, junto con otros sistemas, contribuyen a convertir el campus en un edificio activo en la generación de energía, permitiéndole obtener una certificación de sostenibilidad LEED Gold.